VOODOO ROCK AND ROLL by Juanjo Ordás

VOODOO ROCK AND ROLL by Juanjo Ordás Jue 28 Feb 2013 - 10:50

“Celebration day” nos está emocionando a muchos, es uno de los lanzamientos del año, como todo lo que se edita bajo el nombre de Led Zeppelin. Quizá por ello he decidido retrotraerme a 1997, año en que se editó el fantástico “BBC Sessions” de los de Jimmy Page. Años después este doble CD sería eclipsado por el soberbio “How the west was won”, momento de reivindicar esta obra de arte basada en las grabaciones que Led Zeppelin hicieron para la radio británica. No es un directo, sino sesiones de radio en las que las bandas trataban de registrar versiones que hicieran a los oyentes hacerse con el disco original. Y esa distinción hace de estas canciones fantásticas visiones paralelas de la obra. Escuché estas “BBC Sessions” hasta la saciedad, me emocionaba su vibración tan cruda, tan auténtica. Los instrumentos ardían, la inmediatez chamuscaba los amplificadores y micrófonos, esas canciones grabadas para la radio eran tan buenas como las originales. Tan iguales y tan distintas (una lástima que no contenga todas las que el grupo grabó para la BBC). Aunque si hubo una parte que escuché con más ganas fue la dedicada al concierto del Paris Theater londinense en 1971, aunque tampoco se trataba del show entero. A veces es difícil de entender por qué la banda (o Page, su cutodio) se han contenido tanto a la hora de lanzar material en directo. Creo que una bootleg series de Led Zeppelin sería maravillosa, hay muchos piratas de gran calidad que recuperar, restaurar y vender. Eran una banda excesiva y sus lanzamientos post-mortem no tienen por qué ser distintos.

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VOODOO ROCK AND ROLL by Juanjo Ordás Urrutia

Hubo algo que complicó la carrera de Jaime Urrutia: “Maribel”. Un single horrendo. ¿A quién se le ocurrió lanzar esa canción como presentación de su segundo disco solista? Ni idea, pero en “El muchacho eléctrico” había canciones bastante mejores.

En cualquier caso, hoy toca hablar de “Patente de corso”, su primer disco solista tras la disolución de Gabinete Caligari. Urrutia venía de un mal momento, la popularidad de Gabinete había caído en picado y él decidió iniciar una andadura solista que tardó en comenzar pero que lo hizo de la mejor manera. Porque no se puede poner pegas a “Patente de corso”. O sí. El disco es colosal pero su producción es demasiado limpia para mi gusto, en la línea de lo que siempre ha firmado el productor Jesús Gómez aunque eso debió ayudar lo suyo al éxito del disco -y al de su larga gira-. Como letrista y músico, Urrutia volvió a tocar el cielo, esa manera de bordear a Eddie Cochran al estilo castizo en “Qué barbaridad” era sublime, como el country españolizado de “Qué hay de comer” o la influencia francesa de la imponente “Vestida para mí” (¡con esos teclados a lo Ray Manzarek!).

“Patente de corso” es uno de esos discos que te entran ganas de regalar, sea como sea todas sus canciones acaban conquistando, son un paseo por estilos muy distintos tamizados por la personalidad de Jaime. A parte de rock y country hay canciones brasileiras, pop, la citada corriente francesa y hasta momentos de crooner latino. Además, se lanzaron varios singles del disco con material inédito. Me encantaría que volviera a gozar de esta popularidad.

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VOODOO ROCK AND ROLL by Juanjo Ordás Bowie+-+debut

Texto publicado originalmente en Efe Eme.
¿Qué es “David Bowie”? ¿Es rock?, ¿es folk?, ¿quizá pop?, ¿psicodelia tal vez? El segundo disco de su autor es todo eso y más. Aunque hay que saber qué esperar de un disco así. En 1969, el año de su edición, Bowie aún estaba lejos de sus futuros grandes discos (“The man who sold the world”, “Hunky dory”) y a gran distancia de su primera obra maestra (“The rise and fall of Ziggy Stardust and the spiders from mars”). Con todo, “David Bowie”, resulta un disco sumamente interesante, pues se trata de un mundo en si mismo. Para entrar en él hay que olvidarse de Ziggy Stardust, del Delgado Duque Blanco y del experimentador paneuropeo. Aquí lo único que hay es un chico de 22 años con canciones en la cabeza. Aunque se trate de un chico muy especial y de canciones palpitantes.
“David Bowie” se editó en Inglaterra bajo el mismo nombre que el primer disco del músico, conduciendo a error. En EEUU se le bautizó como “Man of words, man of music” (sí, terrible título) y años después Gran Bretaña conocería una reedición titulada “Space Oddity”. Hoy, años después y sin temor a errores, EMI lo recupera bajo su nombre original, en un suculento paquete que incluye completísimo libreto, un CD con el disco original digitalmente remasterizado en los estudios Abbey Road y otro CD lleno de caras-b, mezclas inéditas y tomas en vivo de la BBC. Así se hace una reedición.
Inciar el trabajo con ‘Space Oddity’ fue más bien una estrategia comercial. El single fue impulsado por la hazaña americana de colocar a un hombre en la luna y por el acierto de la BBC a la hora de colocar la canción como banda sonora del evento (un sinsentido si tenemos en cuenta que la canción habla de un astronauta a la deriva). En cualquier caso, la canción fue un éxito, aunque Tony Visconti (productor del disco) cediera su labor a Gus Dudgeon pues ni la canción le gustaba ni le parecía encajase en la tónica del disco. Y en parte era cierto.
El segundo disco de Bowie era un trabajo orientado hacia el folk acústico con matices de todo tipo, abierto a instrumentación eléctrica aunque manteniendo una base intima, una intimidad que no es dañada por las secciones de cuerda, harmónica o explosiones instrumentales. Es complicado internarse en el trabajo sin perderse, hay que mantener la brújula orientada y los cinco sentidos activos para entender hacia donde conduce cada canción. Así, es factible disfrutar del pop de cámara de ‘Wild eyed boy from freecloud’ o de la sigilosa y folkie ‘An ocassional dream’ (flautas incluídas).
Como tantos jóvenes de su época, Bowie, al igual que Mick Jagger, Keith Richards o Paul McCartney, fue severamente influido por el blues negro, por el rock negro americano. Así, es sencillo comprender una pieza como ‘Unwashed and somewhat slightly dazed’, con su devaneo instrumental y salvaje armónica, o la comedida guitarra eléctrica de de ‘Cygnet Comitee’ (tema en el que basaría su futura canción ‘Time’ de “Aladdin sane”, con un desarrollo de notas muy semejante). En parte, Bowie también juega con los avances de Dylan a la hora de fusionar rock y folk, aunque en un nivel distinto, tomando la enseñanza pero aplicándola en su propio interés.
Y ese interés no parece ser otro que el de crear su propio mundo. Un ambiente de extrañeza y misterio rodea el minutaje del disco, acechando en cada canción. Cualquier ejemplo es valido en este sentido, desde la enigmática y acústica ‘Letter to Hermione’ hasta la ensoñación hippie de ‘Memory of a free festival’.
Y en mitad de todo un joven Bowie que ya canta con su característica voz, aunque aún le quedaran años para definirse como músico. Pese a ello, este disco es un buen ejemplo de en que medida Bowie, lejos de supeditarse a un sonido, lo que hace es servirse de él. Esta vez se trata del folk, años más tarde el rock, luego el funk, después la electrónica experimental, más adelante el pop. Pero el camaleón se serviría de todos ellos, los usaría, viviría a través de distintas sonoridades sus futuras encarnaciones, utilizando los géneros.
El segundo CD del paquete resulta tan interesante como el CD. Por un lado está lo menos interesante, es decir, las tomas tres en vivo de la BBC, dos de ellas ya editadas en su día en el doble ‘Bowie at the beep’. Por otro, encontramos relucientes gemas. A nivel histórico el disco ofrece la versión single de‘Memory of a free festival Part. 1’ con su cara b ‘Memory of a free festival Part. 2’, que atestiguan la primera colaboración entre Bowie y Mick Ronson, el brillante y fallecido guitarrista que le ayudaría a electrificarse y a dar con algunas de sus obras esenciales (¡no hay más que escucharle en estos dos temas para darse cuenta del peso que tuvo en un disco tan emblemático como (“The rise and fall of Ziggy Stardust and the spiders from mars”). A estos efectos, también destaca la inédita versión en estéreo de ‘The prettiest star’, single de la época grabado con la colaboración del malogrado líder de T-Rex Marc Bolan. La canción anticipa el espíritu del luminoso desencanto glam gracias a su evocadora melodía, ritmo y excelente solo eléctrico a cargo de Bolan. Y es que el movimiento glam inglés no solo se baso en lentejuelas, sino también en el dolor del tiempo que escapa , esa melancolía que años después Bowie capturaría a la perfección en ‘Rock and roll suicide’. También destaca la simpática ‘London, bye, Ta-Ta’ (regrabada, pues la original data del 68) y ‘Conversation piece’ (cara-b de ‘The prettiest star’).
A nivel de completismo, el compacto sacia incluso a los connoisseurs con las demos originales de ‘An ocassional dream’ y ‘Space oddity’, dejando para el final ‘ Ragazzo solo, ragazza sola’, la infame versión en italiano de esta última.
Gran trabajo por parte de EMI, pues se trata de un paquete muy bien diseñados, pensado de cara a los seguidores del camaleón y, ¿por qué no?, para aquellos que deseen internarse en un bosque de extraño embrujo.

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VOODOO ROCK AND ROLL by Juanjo Ordás Bowie+Young

Un álbum exquisito. Y con una historia interesante también. “Young americans” se grabó en mitad del tour presentación de “Diamond dogs” para dar salida al interés de Bowie por el soul y redefinió la siguiente parte de la gira, haciéndola mucho más negra, incorporando nuevos temas, un equipo de coristas que incluía a Luther Vandross y a Carlos Alomar como segunda guitarra (¡Earl Slick y Alomar!, ¡potente dúo!). De hecho fue grabarse “Young americans” en verano, volver a la gira y poner sobre las tablas un espectáculo bastante distinto de aquel que recogió el disco en directo “David live”. Estaría bien una impresionante box set que recogiera “Diamond dogs”, “Young americans” y un puñado de bootlegs que dieran forma a tan interesante etapa y a esa transformación en cantante soul. El “Young americans” que se editó y que todos conocemos no es aquel que en principio se proyectó, el original contaba con un temas que finalmente no hicieron el disco para dejar hueco a ‘Fame’ y ‘Across the universe’. La versión de The Beatles era buena y ‘Fame’ sería un clásico de Bowie, pero la inclusión de ambas rompió el concepto del disco. Y sí, sé que estoy hablando de ‘Fame’, una favorita de los fans, pero su bailable sonido no encajaba con la delicadeza del resto del álbum. Las desechadas ‘Who can I be now’ y ‘It’s gonna be me’ - bonus tracks de la reedición de 1991- habrían sido mejores opciones, aunque menos comerciales. La nueva encarnación soul de Bowie funcionó bien, el disco fue un éxito y no era para menos, ¡enorme obra! Muy buenas canciones aunque el cantante se centró más en entender el sonido soul y utilizarlo que en incorporarlo a su estilo, fusión que sí realizaría en su siguiente disco con ‘Golden years’ y ‘Stay’, mucho más cercanas a su manera de entender el rock and roll.

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VOODOO ROCK AND ROLL by Juanjo Ordás Bowie+Ziggy

¿Se puede empezar a escuchar a Bowie por cualquier otro disco que no sea “The rise and fall of Ziggy Stardust and The Spiders From Mars”? Sí. ¿Y la experiencia sería disfrutable? Sí. ¿Hay un mejor álbum para empezar a escuchar a Bowie que “The rise and fall of Ziggy Stardust and The Spiders From Mars”? No. Y que conste no es mi favorito, pero es sencillamente supremo. Hace casi un año publiqué en el Popu un artículo bastante largo dedicado al disco, y fue genial escribirlo. Por eso mismo, porque es un disco clásico, con mucho contenido e ideas pero entretenidísimo a la vez. En el fondo, “The rise and fall of Ziggy Stardust and The Spiders From Mars” es sexo y existencialismo, ni más ni menos. La parte más lúdica no sobra, es importante para hacer la obra digerible, pero sólo maquilla el grueso. Es curioso que aún se siga pensando en él como en un álbum conceptual, cuando en absoluto lo es. Una escucha-lectura lo deja bastante claro, incluso Ken Scott, su productor, comentó que no es ninguna obra conceptual, que el orden de las canciones obedeció a otros motivos. En cualquier caso, “The rise and fall of Ziggy Stardust and The Spiders From Mars” es un fantástico disco que reinventa el rock and roll haciéndolo más sensual, controvertido e irreverente, explosionando ideas en la mente.

Site Admin Mensajes : 18577 Fecha de inscripción : 27/02/2013

VOODOO ROCK AND ROLL by Juanjo Ordás Bowie+Station

Nunca he escrito ningún artículo sobre “Station to station” y eso que se trata de mi disco favorito de David y quizá de todos los tiempos. Cuando se reedito hace tres años en delicioso formato caja no tuve ocasión, aunque algún día lo firmaré. Seis canciones y casi cuarenta minutos para dar forma a una obra perfecta. Se ha hablado de Bowie y El Delgado Duque Blanco como un interprete de meditada frialdad, pero eso es algo erróneo: “Station to station” es una mezcolanza de calor y frío constante, tanto en la voz de David como en la mezcla de estilos, de la elegancia europea a la energía norteamericana. Parte de él viene del pasado (los detalles funk soul de ‘Golden years’ y ‘Stay’), parte del futuro (el rock de ‘TVC15’ y su marcial estribillo), deteniéndose en el romanticismo paneuropeo (‘Word on a wing’). ¿Qué decir del tema que da título al disco? Ruido robótico, riffs autómatas para que Bowie despliegue toda su clase presentando al Delgado Duque Blanco y acabar explotando en la emocionante parte final de tan magnánimo y épico tema, diez minutos de perfección en los que destaca el hermosísimo piano de Roy Bittan.

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VOODOO ROCK AND ROLL by Juanjo Ordás Bowie+Europe

Hace tiempo publiqué en el Popu otro artículo sobre Bowie e Iggy en Europa, aunque en realidad estaba mucho más centrado en Iggy, manteniendo a David en un segundo plano. Quizá algún día debería escribir otro centrado en Bowie y en la mal llamada trilogía berlinesa, me refiero a la triada formada por los álbumes “Low”, “Heroes” y “Lodger”, a los que habría que referirse como trilogía europea para mayor corrección, pues se graban entre Francia, Alemania y Suiza, no unicamente en Berlín, aunque creo que “Lodger” fue retocado en New York por lo que incluso la etiqueta propuesta no es la adecuada. Entre ellos se encuentra el sensacional disco en directo “Stage”, un álbum doble olvidado con razón: En lugar de mostrar el orden original de un concierto del tour de “Heroes”, se decidió reordenar las canciones en orden cronológico siguiendo su año de edición. ¡Enorme estupidez! Afortundamente, hace unos años se reeditó remasterizado, ampliado y con el orden correcto. Así, “Stage” demuestra el enorme disco en vivo que es. En cualquier caso, interesante época. Bowie se dejó arrastrar por la experimentación y la calidad de “Low”, “Heroes” y “Lodger” es absoluta. “Lodger” es un disco bisagra entre esta época y la que estaba por venir (“Scary monsters”), aunque no deja de estar conectado a los dos álbumes previos gracias a su espíritu experimental. Con todo, mi favorito es “Low”. Y no es fácil elegir, pero “Low” es especialmente melancólico (‘Be my wife’, ‘Always crashing in the same car’) y es en el que Brian Eno más trabajó. Su planetamiento, ya de por si, es extravagante, los temas instrumentales envuelven los únicos cinco que son cantados, igualándolos en importancia. En “Low” es tan importante la canción como el sonido, de hecho es una futurista jungla sonora.

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VOODOO ROCK AND ROLL by Juanjo Ordás Bowie+moonlight

No hubo doble en directo de la gira de “Let’s dance”, pero “Serious moonlight” fue un vídeo-concierto grandioso. Muchos fans dejaron de seguir a Bowie a causa de un disco tan comercial, tan mainstream, tan pop, pero ganó tantos otros. “Let’s dance” no es mi disco favorito del camaleón (ni siquiera está entre mis diez favoritos) pero es un buen trabajo y su tour fue impresionante. Pese a tocar en el disco, Steve Ray Vaughn no hizo la gira, bajándose del barco en el último momento. El guitarrista dio prioridad a su carrera aunque su relación con Carlos Alomar nunca fue buena -Steve no sabía leer música y eso era algo que chocaba muchísimo a Carlos-, pese a ello existe un bootleg doble de los ensayos del tour con ambos guitarristas en la formación. Finalmente sería Earl Slick quien se encargaría de la guitarra solista haciendo un trabajo fenomenal. El tour “Serious moonlight” ocupó todo 1983 y no sólo se apoyó en un álbum de éxito, sino que había muchísimo hambre de un David Bowie que llevaba sin actuar desde 1978, puesto que ni “Lodger” ni “Scary monsters” habían sido objeto de gira. Con esta gira, Bowie se presentó como una estrella pop que presentaba a la audiencia sus canciones en un formato cómodo aunque bastante atractivo. El provocador sesual, el rockero y el experimentador quedaban a un lado. ¿Había inteligencia tras el “Serious moonlight” tour? Sí. ¿Había intelectualidad? No. Tampoco hacía falta. El público abrazó a la pop star y lo cierto es que todas las canciones del repertorio se trataron de forma exquisita y lucieron bien en manos de una banda de diez miembros que incluía a los hermanos Simms como coristas. Los Simms fueron protagonistas de algunos momentos entre memorables y cómicos como sus gestos y mímica en ‘Scary monsters’ y ‘Cat people’.

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VOODOO ROCK AND ROLL by Juanjo Ordás Earthling

“Earthling” es el gran disco de Bowie en los noventa. Es más, en mi opinión se trata de su mejor trabajo desde “Scary monsters” y nunca ha vuelto a grabar un álbum tan bueno. De todos modos, no os quedéis en la anécdota y metedle una buena escucha. Jungle, drum ‘n’ bass y rock and roll, gran collage. “Earthling” es bastante electrónico, producto de una era en la que la fusión entre el pulso humano y el de la máquina se llevaba bastante. Era lógico, se trataba de una combinación interesante. Los nueve temas que lo componen son exuberantes, puro barroquismo musical. De hecho, os propongo una escucha que comience con ‘Law (Earthlings on fire)’, puro tecno, para pasar al comienzo ordinario con ‘Little wonder’ y continuar con el resto de los temas. ¿Un favorito? ‘Dead man walking’. A partir de “Earthling” Bowie derivaría hacia el pop de sus últimos tres discos, bastante menos interesantes aunque celebrados.

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VOODOO ROCK AND ROLL by Juanjo Ordás Bowie

Un enlace especial para finalizar la Bowie Week.
Favoritos personales. David Bowie

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VOODOO ROCK AND ROLL by Juanjo Ordás Billy+corgan

Billy Corgan es un tipo bastante más interesante de lo que se pueda comentar, un náufrago en mitad de un mar. Autor de discos memorables en pleno auge del rock alternativo estadounidense (“Mellon Collie and the infinite sadness”, “Siamese dream”), también fue capaz de firmar grandes obras cuando el movimiento comenzaba a estar de capa caída (“Adore”, “Machina: The machines of god”). Sin embargo, esta última etapa tardará en ser reverenciada. Aunque lo será. La leyenda que acompaña a Billy tiene poca lógica, es el mismo caso que Trent Reznor y Nine Inch Nails pero al de Chicago se le presupone el uso y abuso de un nombre legendario cuando en realidad siempre se trató de lo mismo: una banda de un solo hombre. Cuando no se encargaba de grabar él todos los instrumentos con la única colaboración del batería Matt Chamberlain, era su visión dictatorial la que se imponía sobre las cualidades del guitarrista James Iha y la bajista D’arcy, ascendidos desde el primer día a la categoría de compañeros, tratados como tales en las maniobras de marketing, ya fueran vídeos o fotografías, cuando en realidad no eran más que los instrumentos de Corgan. No obstante, el pecado de este en plena era alternativa fue simbolizar la figura de la rockstar cuando lo que se llevaba era una actitud sumisa e introspectiva ante la prensa. Corgan abrazó la megalomanía como parte de su ser, fue una rara avis en un mar de camisas de cuadros, aireó sus traumas como cualquier músico de su generación pero disfrutó del estrellato, era arisco, condescendiente pero tenía fe en si mismo y era mucho menos hipócrita que cualquier otra estrella del rock alternativo. Incluso ahora, continúa siendo un tipo enigmático y no ha perdido facultades: “Oceania”, la última obra de sus The Smashing Pumpkins editada el año pasado, fue un álbum poderoso e intenso.
La defunción del alternative rock como movimiento fue la misma de siempre. Mientras los fans crecen, desean que su banda jamás lo haga y se mantenga haciendo lo mismo. Una vez han crecido, es hora de guardar sus viejos discos y cualquier lanzamiento posterior de su viejo grupo favorito deja de importar. Las bandas tendrán que aceptar que a partir de ahora deberán tocar en aforos menores, quizá alguna intentará adaptarse al sonido de moda, fracasando, claro. Años después, un “comeback” lo soluciona todo. Los fans se han dado cuenta de que el mundo adulto no es tan atractivo como pensaban, que se estaba mejor siendo estudiante, ¿se puede volver a la facultad o al instituto? Sí, hombre, sí. Solo cuesta el precio de un ticket y aceptar que traicionaste a la música que tanto te gustaba o que esta no era tan buena y tenías un gusto pésimo. Que se lo digan a Hombres G.

» Entrevista a Juanjo Ordás en Efe Eme
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VOODOO ROCK AND ROLL by Juanjo Ordás

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