Madrid, 1985. Una noche cualquiera, un chaval llamado Josele Santiago pulula por el barrio de Malasaña en busca de acción. En uno de esos garitos de gente de mal vivir conoce a Artemio Pérez. Los dos aman el rock and roll, y así, entre cañas y vinos, deciden formar un grupo. Al cabo de unos meses se presentan al concurso de bandas Villa de Madrid, y lo ganan. Como premio graban un maxi, la discográfica GASA se fija en ellos y les contrata. De esta manera consiguen dar a luz su primer LP de divertido título ‘Ferpectamente’.
Y así, de esta forma tan natural, nacía una de las bandas más personales y auténticas de nuestro rock. Los Enemigos, uno de los grupos más importantes de mi vida.

9 discos para la gloria:

Los madrileños abarcan una discografía bastante extensa. Aparte de sus discos de estudio, cuentan también con varios directos, recopilatorios, EP’s… incluso varias bandas sonoras. En mi opinión, todo lo que ha hecho esta banda es recomendable, pero como no sé si tendré tiempo para todo, en principio me voy a centrar en sus 9 LP’s oficiales. 9 discazos, para mí, absolutamente imprescindibles.

‘Ferpectamente’ (1986).



¿De dónde han salido estos tíos que tocan rock and roll como el demonio? (se preguntaría la gente), porque sí; pese a su juventud y poca experiencia, la banda sonaba verdaderamente engrasada, y con un nivel de ejecución y composición bastante alto. Rock crudo y contundente, empapado de Rhythm and Blues y algo de Country, es lo que aquí nos encontramos. El disco no tiene desperdicio (hasta los temas instrumentales mantienen el nivel), y canciones como “Complejo”, “Dónde” o “Tengo una Casa” se convertirían en clásicos para toda la vida.
Cabe destacar el tema de las letras, realmente ingeniosas y llenas de humor; algunas rozando la locura, como la de “Fuagrás”, en la que se cuenta cómo un niño narra la historia de su abuelo, que es atropellado por un tren, y a su abuela no se le ocurre otra cosa que hacer un rico paté con su carne para toda la familia (¡!). Delirante.
Lo mejor estaba por llegar, pero ya desde el principio Josele Santiago demostraba ser un guitarrista excelente, y un compositor y cantante único en su especie.

La Vida Mata (1990)

Ya en la gira de su anterior álbum, Artemio deja las baquetas y entra a formar parte del grupo Chema “Animal” Pérez, completando así la formación definitiva de la banda, con la posterior entrada de Manolo Benítez, que al principio sólo se incorporó como colaborador y músico de refuerzo para los directos, pero que finalmente se convirtió en miembro oficial.

Y bien, lo de este disco ya son palabras mayores. La banda suena como un tiro, como nunca antes lo había hecho. La paleta de colores se abre considerablemente abarcando otros estilos, pero sin alejarse nunca del rock macarra marca de la casa ni perder su arrolladora personalidad, y Josele dejaba constancia de que nunca había estado tan inspirado, tanto en la composición musical como en la escritura de letras. Brillante. La lista de temazos tira de espaldas, y algunos de ellos se convertirían en piezas imprescindibles de nuestro rock: “El gran calambre final”, “Traspiés”, “Ouija”, “La Torre de Babel”, “Desde el Jergón”, “Miedo”, “Septiembre”, “Yo no quiero ser feliz”… casi nada. Lo único mejorable de este disco es la producción, pero tampoco es que sea tan grave ni que ensombrezca el resultado final.

Como curiosidad, decir que éste es un álbum que casi se podría considerar conceptual, porque hay una temática que sobrevuela por todo el trabajo: la muerte. Varias son las letras que vale la pena leer con atención, pero especialmente destacable es la de “Septiembre”; Josele escribió la canción inspirándose en un caso real de un chaval que se quitaría la vida después de suspender los exámenes de septiembre. En la carta de despedida que el malogrado dejó a su familia había una frase que a Josele le impactó enormemente y utilizaría como fragmento de la canción: “id a por el pan, que yo no voy a ir”. Tremendo.

La edición en cd contenía tres temas extra que no están nada mal (entre ellas la jazzy “Nadie me quiere”, donde Josele parece poseído por el espíritu de Louis Amstrong), pero la edición original en vinilo, con sus 10 canciones, es la que conseguía redondear un álbum impecable, sin fisuras.

Uno de los grandes discos del rock español de todos los tiempos.



Disco completo (versión CD):

‘Tras el último no va nadie’ (1994).

Primer disco con una multinacional, después de terminar el contrato con GASA y largarse de allí desencantados. Éste posiblemente sea el álbum más olvidado de la banda, sin embargo, es mi preferido, junto con el aclamado ‘La vida mata’.

Dos destacados acontecimientos marcaron poderosamente esta grabación: en primer lugar, la muerte en un accidente de tráfico de su mánager, Lalo Cortés, quien fue durante muchos años parte fundamental en la banda; y en segundo lugar, la fuerte adicción a las drogas duras de Josele Santiago, quien atravesaba en esos momentos una fase realmente oscura. Así recuerda Josele como fueron las grabaciones de éste y su anterior disco: "Los oigo y me parecen buenos, pero no sé cómo los hice, me lo han contado y eso es jodido. Debo tener un ángel de la guarda que te cagas. Daba conciertos desastrosos, mis compañeros estaban hartos. Si no me echaron fue porque yo hacía las canciones".

Sin ninguna duda, se trata de su álbum más complejo y oscuro. No es un disco fácil, pero cuando entra ya no sale nunca de dentro de ti. La banda se nota que en esta época se empapó mucho de escuchar a bandas ruidosas como Sonic Youth o Dinosaur Jr, y algunas de sus canciones suenan un tanto caóticas, pero geniales. Pero ojo, también hay lugar para el intimismo -entregándonos algunas de sus lentas más conmovedoras- y para el rock and roll enemigo de toda la vida. En cuanto a las letras, posiblemente sean las más descarnadas y sentidas que habían hecho. Imposible destacar algún tema por encima de otro, se trata de una obra redonda que funciona como un todo.

Una joya escondida del rock español. Una maravilla.